¿Un teléfono inteligente puede mejorar las calificaciones de tu hijo?

Escrito por Emily Warn

Mi hijo Cole de 16 años, al igual que muchos hombres que conozco, es muy bueno para fingir que escucha mientras no pone atención para nada. Siempre que una plática se convierte en un discurso, su atención se dispersa y su imaginación entra en acción. Encuentra algo qué hacer con sus manos. Algunas veces incluso se levanta sin pensarlo y sale del cuarto. Cuando era más chico, tuvo algunos problemas en la escuela por su falta de atención. Entonces, con el paso de los años, ha aprendido a fingir que pone atención antes de dejar que divague su mente. Estoy segura de que esta tendencia no verbal ha contribuido a algunos de sus más impresionantes reportes de conducta. Sin embargo, en esta era digital, agradezco que sus profesores de preparatoria tiendan a tomar una actitud liberal sobre el uso de la tecnología. Siempre y cuando utilicen la tecnología como una ayuda para estudiar (no para copiar, enviar mensajes o ver televisión), sus profesores se hacen de la vista gorda.

Por lo tanto, para mantener la esperanza de que algún día celebraremos juntos cuando lleguen sus cartas de aceptación a la universidad, decidí enseñarle cómo usar Microsoft OneNote—en conjunto con su Windows Phone—para mejorar sus habilidades para tomar notas.

Soy periodista y desde hace años me deshice de las libretas para empezar a usar OneNote y organizar mi trabajo de investigación. Parece una carpeta de tres aros digital, pero entre más la uso, más me doy cuenta de qué tan limitada es una carpeta de tres aros. Hace poco agregué a mi equipo de trabajo un Windows Phone marca Nokia Lumia 900.Este paquete me permitió deshacerme de la mochila, la cámara de video y la cámara fotográfica que alguna vez llevaba conmigo para tomar notas. Cuando hago anotaciones, tomo una foto o grabo una conversación con OneNote en mi Windows Phone, las notas se sincronizan de forma instantánea (a través de SkyDrive) con OneNote en mi PC Windows. Por lo tanto, cuando regreso de la oficina, todas mis notas están ahí. No tengo que cargar. No tengo que archivar. No tengo que organizar. Todo está hecho.

Entonces me di cuenta de que ser periodista es muy parecido a ser un alumno perpetuo. Entonces—con la esperanza de que estos trucos también ayuden a mi hijo—agarré mi laptop, lo arrinconé y le dije: “Tenemos que hacer un plan para que te vaya mejor en la escuela”.

El año pasado le fue muy mal, por lo que sabía que no se podía escapar de esta conversación. Suspiró, se sentó y fingió poner atención.

"¿Tomas notas en la clase?", pregunté.

Dijo que sí.

"¿Me las puedes enseñar?"

Entró en pánico y comenzó a darme excusas, algunas de las cuales contradecían otras. Fue muy chistoso.

"¿En serio no tomas notas?"

"Sí quiero hacerlo”, admitió. “Llevo un cuaderno y lo saco, pero me aburro muchísimo”.

Llevo varios años de conocer a este niño, por lo que sabía que escuchar a alguien hablar durante noventa minutos es más difícil de lo que sería para mí saltar de la plataforma de 10 metros (no me gustan las alturas). Además, es una persona nocturna y una clase de matemáticas a primera hora de la mañana—a pesar de que le gustan las matemáticas—es una verdadera prueba de resistencia y un deporte en el cual no es el favorito. Todo esto empeora a medida que transcurre el año porque si su mente divaga en una clase, la siguiente clase tiene menos sentido. Cada nueva clase se pierde cada vez más.

Abrí OneNote y le enseñé que parecía un cuaderno, pero mejorado.

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Después le mostré lo simple que era crear cuadernos que estaban almacenados en línea en SkyDrive.com para que pudiera tener acceso a ellos desde cualquier lugar. Él ya tiene una cuenta Microsoft, por lo que nos registramos desde OneNote y creamos un cuaderno nuevo que se almacenaría en la nube.

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Después le di una pequeña lección sobre las funciones para tomar notas de OneNote en su PC, las cuales le permiten capturar búsqueda Web (y recordar dónde la encontró); grabar videos; almacenar tareas escaneadas y eliminar las originales; anotar ideas; crear listas de cosas qué hacer. Y todo se puede encontrar mediante búsqueda.

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Incluso le permitiría ingresar fórmulas matemáticas.

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Estuvo de acuerdo en que todo esto era increíble.

"Pero no voy a llevar mi laptop a la clase, porque sólo los ñoños hacen eso”, me dijo.

Lo sabía, pero él, al igual que yo, tiene un Windows Phone. Lo que me permitió venderle la idea fue su integración transparente con Xbox, no su integración transparente con Office y SkyDrive, pero él no tenía que enterarse. Entonces, mi plan malévolo funcionaba. De hecho, él tenía en la mano el teléfono mientras hablábamos. Le señalé Office Mobile (que, además de OneNote, cuenta con Word, Excel y PowerPoint) y le pedí que lo tocara para abrirlo. Su teléfono ya estaba registrado en Windows Live—así es como se mantiene al tanto de sus juegos—por lo que al abrir Office en su teléfono, el nuevo cuaderno que habíamos creado ya estaba ahí.

Le enseñé cómo crear una nueva nota en ese cuaderno, justo desde su teléfono.

"Entonces, cuando ya no puedas poner más atención en clase, empieza una nueva nota y da un toque en el ícono de micrófono para grabar la clase”, le dije. “Así la puedes escuchar más tarde—además de usar los botones para adelantar o regresar—para que sepas qué tema vieron”. Su idea de estudiar es ver cómo Sal Khan explica las cosas de una forma que puede entender en The Khan Academy. Esto por lo general hacen que ponga atención, pero tiene que saber lo que vio en la clase para poder lograrlo.

Estaba impresionado. “Esto me serviría para cuando empiezas a sermonearme y me obligas a escucharte”, me dijo y sonrió y dio un toque al ícono del micrófono para grabar nuestra conversación.

Después de algunos segundos, la grabación apareció en la pantalla de la computadora y ahora ya había captado toda la atención de mi hijo.

Le dije que el ícono de la cámara sería muy útil para tomar fotos de las tareas en el pizarrón, ya que al parecer siempre se le olvida anotarlas, lo cual hace que no entregue las tareas y, como consecuencia, que tenga malísimas calificaciones.

Ya lo tenía atrapado. Yo sé que él quiere ser un mejor alumno, pero además de tener problemas de atención, también es un joven moderno con una vida social. Sentarse en clase, poner atención a todo lo que dice el maestro y copiar cosas del pizarrón no son de importancia—en su mundo—para ganarse a la niña más bonita (no importa cuántas veces le diga que las niñas prefieren niños inteligentes). ¿Pero tomar notas de esta forma? Podría pasar desapercibido. De hecho, le daría la oportunidad de presumir su lado tecnológico. Y si se pierde algo de la clase y tiene problemas para terminar la tarea, puede prender su cámara web y conectarse a Skype con sus amigos o con la chica linda de la clase de matemáticas para que le ayuden.

Todavía está por verse si toda esta tecnología le ayudará a mejorar sus calificaciones, pero tengo la seguridad de que me habría ayudado a tener mejores calificaciones cuando yo era estudiante.

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