El Gobierno que viene (1 de 4)

A todos nos ocurre que, de tiempo en tiempo, la lectura de un artículo, una entrevista, un libro etc sobre un tema en particular, nos alecciona e influye de forma especial ya sea fortaleciendo pensamientos que ya teníamos, o incorporando nuevos puntos de reflexión que hasta el momento nos pasaban desapercibidos. Y cuando eso ocurre, es una auténtica suerte.

Pues bien, mi momento más cercano en este tipo de “suertes” ha sido la lectura del libro “CitizenVille” de Gavin Newson (exalcalde de San Francisco y actual Teniente del Gobernador de Estado de California)

Reconozco que no sabía nada de este individuo hasta que tuve la suerte de formar parte de una reunión con él en el marco de una reunión en Seattle con mis homólogos de todo el mundo: Los National Technology Officers de Microsoft WW.

Ya he contado en este blog alguna otra ocasión en la que tuve el privilegio de poder participar en reuniones increíbles en este marco. Precisamente en San Francisco.

Este post, en consecuencia está MUY influido por la lectura de CitizenVille. Y el título que le he dado ya apunta en esa dirección: El Gobierno que viene.

Pero también he decidido no hacer posts kilométricos, así que iré publicándolo con frecuencia semanal en sucesivos capítulos

El Gobierno que viene (1 de 4)

Porque estoy seguro que una nueva forma de gobernar vendrá, y solo resta conocer detalles de tiempo y velocidad.

Se da la circunstancia de que la gente es más “relacional” que nunca, más social, a través fundamentalmente del uso de la tecnología (Facebook, Twitter, Pinterest, Whatsapp, Skype etc..) a la vez que, paradójicamente, se siente más alejada que nunca de sus gobiernos.

Aquí lo hemos suavizado o matizado mediante el concepto “desafección política” pero todo indica a que el cambio de los tiempos exigirá a los gobiernos mucho más que el tradicional maquillaje de los “expertos” en comunicación política.

Pero no nos engañemos. No solo se trata de que los ciudadanos no se relacionen con su clase política. El problema es de sordera biunívoca. Sin paños calientes: el político no tiene ninguna intención sincera, ni real, ni comprometida de relacionarse con el ciudadano …. mas allá de un proceso electoral. Y si por cualquier circunstancia se estableciera con el ciudadano una relación posterior directa, la situación termina convirtiéndose en una molestia a gestionar.

Y es que una vez elegidos, todo ese cariño y atención vertido al ciudadano en campaña, se disuelve indisimuladamente como un azucarillo hasta la siguiente campaña electoral.

Los políticos con frecuencia creen saber lo que los ciudadanos realmente quieren, pero la verdad es que no en pocas ocasiones, no tienen ni idea más allá del tópico. El ciudadano medio tiene en la actualidad muy pocas formas de hacer que un gobierno escuche su voz y son además formas tan “arcaicas” como la de enviar una carta, un email, o votar una vez cada 4 años.

Y la realidad es que los gobiernos funcionan básicamente en el “Cutting edge” de … ¿1976, 1977?. Mientras tanto, el sector privado o en nuestra vida personal, TODO ha cambiado drásticamente tan solo en la última década. Y los gobiernos, apenas se han movido en esencia.

Son muchos los cambios, aunque el más relevante sea que, por primera vez en la historia, cualquier persona con un SmartPhone (y si es Windows Phone ya ni os digo ;-)) puede tener toda la información del MUNDO en la palma de su mano… y muchas cosas más.

La realidad es que algo importante está ocurriendo ya, y el mundo cambia demasiado deprisa como para que los gobiernos puedan responder con tímidos cambios incrementales.

Parece más bien que llegó el momento de REPENSAR drásticamente la relación entre ciudadanos y sus gobiernos.

Nuestra aproximación como ciudadanos a un Gobierno, no es muy diferente a nuestra aproximación a una máquina expendedora de cualquier cosa.: Ponemos nuestros impuestos, y obtenemos servicios (carreteras, hospitales etc..) Pero cuando la máquina no expende lo que queremos, protestamos.

Es decir, parece que nuestra idea de relación Gobierno-ciudadano se ha reducido a dar golpes a la máquina expendedora cuando esta no da el servicio. ¿Hay alguna sensación más frustrante que cuando tu dinero desaparece y la máquina no te dispensa nada?

Pues no me negareis que de un tiempo a esta parte no hacemos más que golpear de mil formas y maneras la máquina expendedora. Y es algo reconocible en cualquier parte del mundo.

Pues bien, es evidente que si la única forma que los ciudadanos encontramos para obtener la atención total de los que nos gobiernan es acampando en plazas o protestando en cientos de manifestaciones, es que algo no está funcionando bien.

La primera reacción podría ser: “arreglemos la máquina expendedora”. Pero quizá estemos ante una nueva necesidad para la que ya no sirven las aproximaciones de siempre. ¿Y si hubiera que mandar la máquina a paseo y repensar seriamente como debemos llevar, transportar, trasladar los gobiernos al Siglo XXI? El punto de partida no sería otro que repensar totalmente lo que es en realidad un Gobierno.

El que tiene un martillo, todo lo ve clavos, lo se. Pero el símil con el mundo de la Tecnología de la Información es inmediato. Una máquina expendedora no es más que una caja con una capacidad finita, de donde puedes obtener un número limitado de productos y además tienes que estar cerca para recogerlos. Es como el disco duro de un PC donde guardas tu información, que estará accesible solo cuando estés sentado delante de tu PC.

Pero estamos en la era del Cloud Computing, en cuanto tecnología se refiere. Eso significa que mi información está almacenada en servidores remotos, infinitos para la mayoría de las necesidades, accesibles en cualquier momento, desde cualquier dispositivo y en un servicio puro bajo demanda. No tengo que ocuparme de nada.

¿Por qué es tan importante en este contexto político el tema del Cloud? Pues porque nuestro futuro tiene que ver básicamente con la INFORMACIÓN. Con nuestra capacidad de acceder a ella, de manipularla, de aprender de ella, de mejorar nuestras vidas con ella etc.. Y el único propósito del Cloud es ese. Proporcionarnos la información o servicio dondequiera que estemos y donde sea que la necesitemos. Ubiquidad, acceso, compartición, colaboración, conexión.

Pues en forma similar debería operar un Gobierno del S.XXI. Es decir, tenemos la posibilidad de dar poder a la gente, que es el primer paso para alejarnos de la asfixiante y jerarquizada burocracia top down habitual. Entender de verdad este punto, es crucial para comprender como debería evolucionar un gobierno, y como debería llegar a ser.

Es muy importante, porque ahora es posible hacerlo y antes no, que se enlace y conecte con la sabiduría de la gente fuera del gobierno, en lugar de simplemente depender, como siempre hasta ahora, del conocimiento de aquellos que trabajan dentro del “Monolito”.

Existen ejemplos sobre como hacer ésto de forma exitosa desde el sector privado. En términos tecnológicos podemos asimilarlo a algunas experiencias de Open Source, o las APIs (Application Programming Interfaces) que tradicionalmente han permitido que muchos generen aplicaciones, programas con exitosos modelos de negocio alrededor (Windows, SmartPhones o Tablets Apps) o una Wikipedia.

Es decir, algunas experiencias de éxito relacionadas con el mundo de la tecnología nos pueden servir de aprendizaje e inspiración sobre como conectar de verdad con millones de personas con talento y sabiduría para resolver problemas reales.

Y por otro lado, los gobiernos tienen que permitir/facilitar/habilitar la forma en la que la gente pueda trabajar y encontrar soluciones que quizá no puede encontrar por si mismos o que la hacen desde un conocimiento limitado y parcial.

Este tipo de aproximación Bottom-Up, bidireccional, no jerarquica es totalmente opuesta a la forma en la que un gobierno funciona hoy en día. Por lo que el paso más importante y primario pasa por aprender a PENSAR DIFERENTE.

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